Para mi primer día en Bangkok, decidí explorar las calles dejando el guía del mochilero en el hotel. El hotel en el que reservé para seis días se llama los cuatro monos (Four Monkeys). No he encontrado la razón.
Elegí este hotel un poco al azar en Booking, clasificando los hoteles de más barato a más caro, tratando de mantener una cierta calidad.
No me informé demasiado antes sobre los barrios de Bangkok, sobre lo que había que ver, porque prefiero que me sorprendan. Resulta que mi hotel está en el barrio de Khao San Road, uno de los barrios más antiguos de Bangkok, en el que se encuentran la mayoría de los templos, pero también el Gran Palacio, y muchas universidades. No es realmente el barrio más popular entre los turistas que vienen a Bangkok para divertirse, aunque aquí hay algunas calles que están destinadas a la animación de los extranjeros sobre todo y a la vida nocturna.
En este barrio, los europeos tienen más bien un perfil de mochilero, vemos más con mochilas y zapatillas de deporte en los pies que con ropa de lujo.
Mi primer día, el miércoles siete, lo paso recorriendo las calles al azar observando a los tailandeses, los numerosos puestos de comida pequeños que salpican la acera,
Los Tuktuk que no tomaría, no solo porque tenga dudas sobre la calidad de su conducción, sino sobre todo porque quiero poder pasar por callejuelas pequeñas, callejuelas pequeñas donde me arriesgo a hacer encuentros más auténticos.
Y es un éxito. Desde el primer día me sorprende todo lo que hay que ver en Bangkok, los increíbles mercados de flores,
los jóvenes que salen en uniforme de las escuelas, los policías que están en todas partes pero que no se ven porque no intervienen, pero también los sin techo por todas partes en las aceras.
La pobreza extrema es visible, pero todos sonríen y no solo porque tienen algo que vender a los turistas.
Solo vuelvo al hotel por la noche, agotado de haber caminado tanto, pero con los ojos y la cabeza llenos de novedades.