Comienzo mi visita a Laos por la capital, Vientiane.
Esta sorprendente ciudad me da la impresión de estar abandonada. En el casco antiguo, se ven casas, edificios y terrenos en venta por todas partes. Muchas casas abandonadas. Muchas obras iniciadas pero que no parecen estar activas por el momento. Y la ciudad está francamente sucia.
Además, la ciudad es casi demasiado tranquila, poca animación, restaurantes que cierran muy temprano por la noche. Fui al maul, pensando que encontraría muchas tiendas. Eran las cinco de la tarde. Todas las tiendas estaban cerrando. Algunos restaurantes ya no servían a las 8 de la tarde.
Esta impresión general, más bien mala, queda algo atenuada por la animación del mercado nocturno, que es muy grande y por el que pasean, por supuesto, los turistas de paso, pero también muchos laosianos.
Curiosamente, en este Mercado Nocturno apenas hay nada para comer, principalmente puestos de ropa y accesorios de alta tecnología.
Este casco antiguo es muy compacto, los pocos monumentos y templos que hay que visitar se encuentran en un radio reducido que permite verlos todos en medio día.
La única propiedad realmente destacable es la gigantesca y lujosa embajada francesa en un jardín aparentemente exuberante.
En las afueras de este antiguo centro, se está creando un centro comercial nuevo y muy grande. Acaba de iniciar su actividad. Los pasillos están bastante vacíos y muchas tiendas aún no han abierto.
